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  Jinete sin vista
 

Jinete sin Vista, tiene Visión: Adolescente Ciega Compite Hoy, Mientras Mira Su Futuro

Por David Casstevens, Escritor del Personal de Star-Telegram
Reimpreso por cortesía del Fort Worth Star-Telegram

Resumen: Sepa cómo una adolescente ciega compite con otros montada en su caballo.

Palabras Clave: ciego, caballos, carrera de barriles, crianza

El caballo conoce la voz de la niña. El animal conoce su tacto y el amor con que ella pone su mejilla contra su cuello y le ofrece alimento de la palma de su pequeña mano. Dollar también sabe qué le pedirá Brittney Holland, de 14 años, cuando compitan hoy en la Carrera de Barriles para Jóvenes de la Asociación Norteamericana de Caballos Cuarto de Milla (American Quarter Horse Association) en el Stock Show.

El caballo y su jinete partirán desde un extremo de la John Justin Arena, rodearán tres barriles ubicados en forma de trébol y tratarán de llegar en el menor tiempo posible a la meta, Dollar correrá a todo galope, alentado por la multitud, el viento acariciará el rostro de Brittney y agitará su largo pelo rubio.

Algunos dicen que hay que ver para creer. Pero esto no es cierto.

Brittney cree en su caballo bien entrenado y en sus habilidades y experiencia en el rodeo. La estudiante con honores de noveno grado de la Aledo High School también cree en lo que le ha dicho Susan Holland, su madre, desde que tenía 3 años. Cuando Brittney le preguntó si alguna vez podría ver a Hayley, su hermana mayor, su madre le respondió que no. “Britt, tú vas a hacer más cosas siendo ciega que las que habrías hecho si hubieras tenido una visión total,” dijo Susan Holland.

Cuando Brittney tenía 2 meses, Susan y Greg Holland la llevaron a un oftalmólogo pediátrico en Fort Worth. El médico examinó las pupilas en forma de lágrimas y les explicó que la parte posterior de sus ojos no se habían desarrollado. Susan Holland no entendía. “¿Me está diciendo que necesita anteojos?” “Lea mis labios,” dijo el especialista. “Su hija es ciega y nunca podrá ver.”

Después de que el médico atravesó la puerta, la afligida madre se sentó en la sala de exámenes, acunó a su bebé, la meció y lloró por ella. Pensaba en su embarazo y se preguntaba si ella era culpable de alguna manera. ¿Fue algo que hice? ¿O que debería haber hecho? Se sintió asustada. Sin preparación alguna. ¿Cómo criaremos a esta niña?

Durante el año siguiente, Susan Holland experimentó su propio impedimento visual, miopía: No podía ver el futuro de su hija. “También estaba ciega.” Los Hollands llevaron a Brittney a otros cuatro médicos. Cada uno de ellos entregaba el mismo diagnóstico. A sugerencia de un profesor de visión, los padres trataron de estimular los ojos de Brittney poniendo un pom-pom metálico frente a su cara y moviéndolo de lado a lado y de arriba hacia abajo.

Cada dos semanas volvían al médico. No había mejoras. No había cambios. Susan Holland renunció a su trabajo para ayudar a su hija a encontrar su camino en un mundo oscuro. La familia oraba. Su fe los mantenía en pie.

Con el tiempo, Brittney comenzó a ver un poco con su ojo izquierdo. Podía distinguir imágenes débiles y borrosas— como al mirar por una bombilla— y reconocer el contraste de colores. Su madre pegó papel rosado en la parte inferior de los marcos de las puertas para ayudar a la niña a recorrer gateando la casa de su familia.

Susan Holland había competido en carreras de barriles por 20 años. Ambas niñas crecieron rodeadas de caballos. Brittney quería montar porque su hermana mayor lo hacía y cuando tenía 4 años, Susan Holland le puso un casco de seguridad y la sentó en un caballo, sola. Un año después, la niña participó en su primera carrera de barriles, montada en un caballo viejo y calmado llamado Doc.

Brittney quería correr más rápido y ser competitiva. Cuando tenía 8 años, su madre — y además su entrenadora — creó un sistema de comunicación usando walkie-talkies. Brittney llevaba el dispositivo en su cinturón de vaquera adornado con piedrecillas tipo diamantes. Escuchaba la voz de su madre a través de un audífono.

Susan Holland le dice cuándo soltar la cincha. “¡Déjalo ir!” Cuando Brittney se aproxima a un barril — que no puede ver— su madre le hace señales para que doble gritando “¡Aquí!” Si la instrucción llega prematuramente, el caballo puede chocar con el barril y botarlo, incurriendo en una penalidad. Si es demasiado tarde, el giro amplio significa para Brittney algunos segundos de valioso tiempo.

Con 80 libras, Brittney no es peso para el animal de 1,300 libras que está debajo de ella. Se ha caído de la montura durante las prácticas, pero para ella eso no importa mucho. Todos nos caemos. La gracia es ponerse de pie.

Brittney puede hacer sólo dos letras a la vez en sus libros de la escuela con letra impresa grande. Para ver televisión, debe sentarse tan cerca que su nariz casi toque la pantalla. Pero puede ver, mucho mejor que varias otras personas.

Ella ve su futuro. Ir a la universidad— con Dollar — con una beca por montar. Estudiar medicina y ser asistente de veterinario.

“¡Buen barril!” dice su madre en su oído.

La niña siente la fuerza y el poder del caballo. La velocidad de la carrera final.

“¡Buena carrera. ... Buena carrera, Britt!”

 
 
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